Durante los últimos seis meses, mucho se ha oído hablar sobre el teletrabajo y el experimento forzado que nos ha supuesto esta pandemia para su definitivo test. Sin darnos cuenta, en un abrir y cerrar de ojos, tuvimos a plantillas enteras de muchas empresas trabajando desde sus casas, con los mismos horarios habituales y con los mismos ritmos (o más) de cuando estaban en sus oficinas. Y todo esto sin contar con la incertidumbre económico-laboral que nos rodeaba, junto con el confinamiento obligado.

Al igual que ya comenté en uno de mis últimos posts que lo vivido distaba lejos de ser una experiencia “real” de teletrabajo, en éste vengo a comentar el necesario y obligado cambio de paradigma que el verdadero teletrabajo supone. Es mucho más que el empleado trabaje desde casa. Es mucho más llevarse el ordenador a casa.

Tras el confinamiento he podido comprobar que, bien por seguir manteniendo medidas preventivas en muchas empresas, bien por adaptación o transformación de algunas otras, el teletrabajo se ha mantenido en muchas de ellas. Pero lo que más me sorprende tras hablar con muchos amigos y profesionales de muy diversos sectores, es que muchas de estas empresas no se han dado cuenta que, aunque es cierto que el teletrabajo tiene muchas ventajas, también tiene desventajas.

Mucha gente vive en casas pequeñas, donde no se pueden permitir una habitación para despacho. Mucha gente tiene familia, lo que hace que a determinadas horas (desayunos, comidas, o similares) mantener reuniones por video llamada se hacen una tarea titánica. El no salir de casa para ir a la oficina, tiene un impacto tanto físico como psíquico en el medio, largo plazo que no ha de subestimarse por las empresas y deben estar atentos. La falta de actividad física al estar en casa todo el día, tienen consecuencias muy graves para la salud. Y así un largo etc.

Con esto no quiero decir que esté en contra del teletrabajo, todo lo contrario. Creo que es una herramienta fabulosa para determinadas empresas y perfiles de profesionales. Pero lo que creo fundamental, para que su implementación sea un verdadero éxito en las empresas que decidan instaurarlo, que estas mismas empresas deberán hacer un claro y profundo cambio de paradigma en cuanto a cómo gestionar los equipos remotos y sus exigencias.

  • ¿De verdad es necesario tener horarios estrictos durante toda la jornada laboral? O será mejor gestionar los equipos por cumplimiento de objetivos, permitiendo así una mayor flexibilidad horaria que es la verdadera ventaja del teletrabajo para conciliar el trabajo y vida privada.
  • ¿Se pueden poner reuniones por video llamadas a cualquier hora? O será mejor entender que deberá haber unas franjas determinadas para que, fuera de ellas, previsiblemente las que coinciden con colegios o actividades similares, la gente pueda combinarlo adecuadamente.
  • ¿La prevención de riesgos laborales será enfocada de la misma manera? O deberán prepararse planes claros, y hasta casi obligatorios, que fomenten e incentiven la actividad física diaria de los equipos ante la ausencia casi total de movimiento en casa. Mover el cuerpo y oxigenar la cabeza son todavía más importantes cuando trabajamos desde casa.
  • ¿Se seguirán organizando las jornadas de trabajo fundamentalmente en opción de jornada continua u opción de dos bloques, con parada a comer? O será preciso entender que una jornada de trabajo o, mejor dicho, de teletrabajo, puede tener uno, dos, tres, cuatro, … bloques de trabajo para así poder coordinarlo con la vida privada o familia. Si pasamos del control del trabajo presencial a la gestión por objetivos, tiene toda la lógica.
  • ¿Cuándo busquemos perfiles profesionales a incorporar a una empresa será el lugar de residencia relevante? Para muchos perfiles profesionales y funciones, no deberá de ser un hándicap a la hora de contratar el lugar de residencia.

Estos son sólo algunas preguntas y reflexiones que lanzo que deja claro y en evidencia que, si una empresa quiere fomentar y apostar por el teletrabajo, deberá entender que es mucho mas que mandar a sus trabajadores a trabajar a casa.

La genuina apuesta por el teletrabajo requiere de un verdadero cambio de paradigma en cuanto a cómo se venían organizando las jornadas de trabajo en muchas empresas. Requiere entender y comprender que si queremos aprovechar al máximo las ventajas que nos ofrece, deberemos igualmente cambiar el chip, flexibilizar, delegar, confiar más, transformar hábitos y adaptarse.

Y para ello podemos empezar por fomentar, más si cabe, la actividad física como herramienta fundamental de bienestar en los equipos.

¿Te atreves a cambiar de paradigma?