La vida de hoy en día nos lleva de aquí para allí, vamos a toda velocidad de una reunión a otra, de casa al trabajo y del trabajo a casa, los niños, la compra, viajes. En definitiva, un sin parar. Siempre pensando en una nueva oportunidad profesional, en un trabajo mejor, en que me deparará el futuro, en…

Igualmente nos “venden” que los logros, los conocimientos, se adquieren rápido, sin esfuerzo. Que puedo hablar un idioma perfectamente en tres meses, que el Excel a nivel avanzado se aprende en 4 sesiones, que tener reconocimiento o prestigio en un campo depende del número de followers o likes que uno tenga y no de la calidad de tus contenidos. Y así innumerables ejemplos.

Esto hace que, cuando nos ponemos a hacer deporte, cuando comenzamos cualquier actividad física después de mucho pensarlo, queramos obtener logros en tiempo record y casi sin esfuerzo. Que después de una semana de calzarme unas zapatillas puedo pensar en qué maratón correr. Que después de ajustar la oxidada bicicleta del trastero y salir un par de fines de semana estoy listo para subir puertos. Que después de ir tres tardes al gimnasio habré reducido en dos mi talla de pantalón.

Este pensamiento que muchas veces tienes, esta sensación de que sin gran esfuerzo puedes conseguir los logros, te hacen frustrarte, desanimarte y en la gran mayoría de los casos, abandonarlo.

Pues bien, tanto en la vida como en el deporte, debemos saber disfrutar de los pequeños logros, de entender que las cosas no se consiguen de un día para otro, pero no por ello son menos gratificantes. Debes divertirte en el proceso, debes entender que en la constancia y la calma está la fórmula del éxito. Debes dejar las prisas a las que hoy en día estamos acostumbrados. Mirar hacia atrás y alegrarte por lo ya conseguido. Sin exigencias de más, sin agobios.

La Conciliación Deportivo Laboral no se consigue en dos semanas. Debemos empezar por incluir pequeños cambios, pequeñas nuevas rutinas en nuestros días laborales donde pensábamos que no había espacio para nada más. Cambiar de paradigma y enfocar con un nuevo punto de vista. ¿Has probado a salir a caminar 45 min. en el tiempo de la comida? ¿Has probado a bajarte una parada de metro antes y terminar el recorrido caminando al trabajo? ¿Has probado a levantarte 20 minutos antes alguna mañana y hacer una pequeña sesión de estiramientos antes de salir de casa? Estos son sólo varios ejemplos de cómo, cambiando algunos hábitos instaurados en tu día a día, notarás mejoras que ni imaginabas.

Empieza poco a poco, sin exigirte demasiado, sabiendo que es un proceso largo pero divertido. Felicítate por cada logro, por mínimo que sea, continúa sin prisa, pero continúa. Pronto sentirás los resultados. Se constante, con calma y conseguirás con ligeros cambios grandes transformaciones. Y sobre todo, disfruta.

¿Cuándo empieza tu transformación?